El funeral de las cosas olvidadas

Eran las dos de la madrugada, hora poco usual para un funeral, de frente un ataúd negro ébano con apliques blancos mate, de marfil, detalle que aún cabizbaja pude notar, y pensé para mis adentros, que maniática soy para venir aquí y notar

¿Cómo era posible que usen marfil?

Algo prohibido y meramentente sangriento, rápidamente volví a la sobriedad del momento, los pasos crujian sobre el suelo de madera en el silencio sepulcral.

Era el funeral, el funeral de mis cosas olvidadas, nostalgias absurdas, momentos preciados, voces del pasado, lugares frecuentados.

Al verlas todas en esa urna quedé impresionada, ya no las lloraba, ya no las sentía, ya hacía tiempo en vida que las había enterrado y yo nunca lo supe hasta ese momento.

Las honré como quien honra a cualquier muerto en su último momento y allí mismo les dí la espalda.

Publicado por Julia

@ellaberintodejulia

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